La prueba de la invasión

500 personas manifestándose en Sol conformarían una cantidad nimia. Sin embargo, 500 personas en la valla fronteriza que separa los derechos de la arbitrariedad y, en ocasiones, la vida de la muerte es una invasión. Así se ha determinado y así se hace intentar ver. Aquí algunas de las portadas de este miércoles 19 de marzo de 2014. Algún día las retomaremos, no tengan duda. Duda, eso sí, me queda con quién y con qué intención hizo la foto que aparece en la portada de la mayoría de los diarios. Para quién trabaja. Por qué no la han firmado. Valiente.

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Reglamento de los CIE’s: De la guillotina al ahorcado

En 2010 debería haber entrado en vigor el reglamento de los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) pero es hoy, marzo de 2014, cuando se aprueba su reglamento. Desde luego, el Estado a la hora de desarrollar este reglamento básico para los que sufren los CIE parece que, por lo que ha tardado, no ha sentido la guillotina a los derechos que supone que te encierren en un espacio sin reglas. O con reglas arbitrarias. Juzguen ustedes qué es peor.

Cuatro años después, el Estado ha tenido la dignidad de presentar, en Consejo de Ministros y valiéndose de criterios que se desconocen, un reglamento para regular el funcionamiento de los CIES. En el reglamento se establece una novedad principal: se separa la seguridad del centro, de losservicios asistenciales de cada uno de los Centros. La seguridad seguirá en manos de la Policía Nacional. Los servicios asistenciales lo prestarán Organizaciones No Gubernamentales y personal público. En los últimos años ya lo han hecho diversas ong’s, que prestando tiempo y atención a las personas que caían en el agujero en la dignidad humana que eran los CIES, ayudaban a los guillotinados sociales.

El problema no era la ausencia de derechos básicos, que también, sino la arbitrariedad con la que disponían de ellos. En ocasiones incomunicados, encerrados, vejados, sin supervisión externa, más que cuando las organizaciones no gubernamentales y grupos de personas conscientes de tamaña inhumanidad, se acercaban para intentar ayudar a los presos, que cumplen prisión por no tener documentación.

Cualquiera que se haya acercado a un CIE ha podido hablar con personas que cumplen prisión sin saber dónde están. Sin saber por qué están ahí. Sin saber que pueden pedir refugio y asilo si huyen de una guerra o los persiguen por su condición sexual, por ejemplo. Existe la figura del juez de CIE, pero como comprenderán dependerá mucho de la sensibilidad y del conocimiento que el magistrado pueda tener de la realidad que rodea a las personas presas en los Centros. Los hay humanos y los hay que no lo son. Además, todos, humanos y no, tienen tanto trabajo que el CIE no representa la parte más importante del mismo. Los hay, también, que disponen su tiempo libre para acceder a tratar de que las organizaciones o familiares puedan visitar a los internados.

En el nuevo reglamento el Gobierno dice que “son centros no penitenciarios”. En el CIE estará el que huya de una guerra y llegue a España junto con aquellos extranjeros para “deportación a cambio de suplir una condena penal”. La norma, entre otras cosas, pone negro sobre blanco que se garantiza el derecho a ser informados de su situación y de las resoluciones que les afecten en su idioma. Y es brillante que conste. Porque hasta ahora esto se incumplía. Y porque estar durante este tiempo sin la obligación de que esto se cumpla ha hecho que centenares de personas hayan visto vulnerado este derecho que debería ser inalienable para cualquier ser humano.

Ahora, según el reglamento, podrán: recibir atención médica o reunirse con representantes consulares de su país, de forma reglada, recibir visitas o presentar quejas ¿En qué condiciones estaban antes?¿No parece que la tardanza en elaborar este reglamento es una irresponsabilidad del Estado?

Queda ver a partir de ahora como se aplica el reglamento en cada Centro de Internamiento de Extranjeros, sí, porque cada uno de ello tendrá un reglamento interno que dependerá de la jefatura policial del mismo. Eso sí, todos podrán salir cuatro horas al patio, doblando este gran privilegio del reglamento inexistente anterior. Y advierte que debe “haber un trato correcto con los internos”. Han tenido que especificarlos, por si alguien pensaba que no, que podría existir un trato vejatorio arbitrario.

Han tenido el detalle de otro matiz: el reglamento admite el uso de la fuerza o individualización de los internos aunque, acabáramos, “nunca sobre mujeres embarazadas, con hijos a su cargo o enfermos graves”. De lo contrario qué seríamos: unos depravados.

Queda por ver muchos detalles, que este sábado estarán en el Boletín Oficial del Estado. Entre otros, uno del que muchas personas que han pasado por los CIE se quejan: no les avisan de que los van a expulsar hasta algunas horas antes. Si les avisan.

El nuevo reglamento de estas cárceles para personas no documentadas ha dejado de ser una guillotina de derechos. Es cierto. Ahora, no los decapitarán, sino que les retirarán el aire.

‘El origen del mundo’ de Jorge Edwards

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El origen del mundo es una novela prescindible, simple y con clichés característicos en cada página. Lo mejor del libro: es corto y se lee rápido. No se pierde tanto tiempo para acercarte a un ataque de celos de un médico chileno, y septuagenario, en París. Se trata de un texto burgués en el que el personaje no llega y la historia no la terminas de creer. Alguna de las 169 páginas es digerible. El título El origen del mundo procede de la controvertida obra de Gustave Courbet. Y su evocación tiene cierto protagonismo en la historia que desarrolla y que explota cuando muere Felipe Díaz, amigo del matrimonio entre Patito Illanes -el doctor- y Silvia, mucho menor que él. Felipe Díaz es el centro de ataque de celos de Patito. Son rescatables las citas que hay al inicio de cada uno de sus once capítulos, trayendo a sus páginas a Virgilio, Séneca u Ovidio. Jorge Edwards (1931), su autor, es un diplomático chileno, de familia de clase alta, que en la actualidad ejerce como embajador en Francia.

Rescato una de las citas de la selección, lo mejor de El origen del mundo:

Hemos perdido la infancia, después la adolescencia, después la juventud. Hasta ayer todo el tiempo que ha pasado ha perecido; este día mismo que vivimos, lo compartimos con la muerte.

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